martes, 11 de octubre de 2022

Mi motivo y mis ganas de ser

 


La vida pasa y yo con ella. Pero cada día se vuelve un regalo cuando despierto y la encuentro a mi lado, tumbada en la cama, aunque esté a kilometros de distancia. Y es que, aunque no esté aquí conmigo, la siento en cada cosa que hago. Es el motivo y mis ganas de sonreír. Y solo ella tiene esa chispa de alegría capaz de poner patas arriba cualquier atisbo de tristeza.

A veces me pasa, que no encuentro las palabras para describir todo lo que me hace sentir. Siempre lo digo, siempre me pasa. Cuando escribo sobre ella, el mundo parece cambiar de sentido y las palabras se vuelven esquivas, porque en el fondo sé, que ninguna palabra podría describirlo.

Ella es como el viento de enero que te golpea frío, que te da vida, te despierta y eriza la piel de tus brazos con solo un suave roce. Ella es el sol que ilumina la arena de la playa y lo riega de energía, de calor. Ella, solo ella es capaz de volver loco al más cuerdo con solo una mirada. Así que a mí, no me costó volverme loca, loca por ella.

Y bendito momento.

Ahora, cada día amanece con sus preciosos y esperados buenos días en forma de sonrisa y las noches a su lado son más breves. Solo a ella le regalo horas de sueño, por mucho que las pestañas pesen, con tal de una última sonrisa antes de dormir, por escuchar un último suspiro, por notar su respiración agitada una y otra vez...

Y me cabalga el corazón en el pecho al saber, que uno de sus motivos para ser feliz, soy yo.

Y uno de los míos, es ella.

Suyos son mis besos, suyo mi querer. Suyo mi cuerpo y mi alma, suyas cada una de las palabras que salen de mi boca.

Será que me tiene completamente enamorada. No lo sé. Solo sé, que el tiempo que lleva en mi vida ha sido un regalo. Y seguiré esforzándome como el primer día por hacer de su vida algo mejor.

Y es que, en eso consiste el amor, en hacer que juntas todo parezca más sencillo y los problemas menos malos.

Y que la vida siga, y que ella nunca falte. Que avancemos juntas y nunca sea tarde para sonreír mirándote a los ojos.




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